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10 formas de no valer verga este 2017

Estoy muy cruda, va muy bien mi propósito de bajarle a la fiesta este año ¿Cómo van los suyos?

Si diciembre es un gran viernes, enero es un gran lunes con resaca. Ese lunes que revisas tu estado de cuenta, te miras en el espejo, lees las noticias, te subes a la báscula y la felicidad del fin de semana violentamente se desvanece. Ahora tu pedo es ser una mejor versión de ti. Te levantas temprano, haces ejercicio siete minutos y piensas ¡Qué fácil es cambiar! Yo creo que ahora sí ya voy a dejar de tomar, comer vegetariano y borrar tinder porque así nadie me va a tomar en serio.

Pero llega agosto y estás bajándote la peda con unos Tacos Villamelón en una cita de Tinder con alguien que no te importa y no sabes cómo llegaste ahí, ¿Qué pasó con mi nuevo yo? te preguntas mirando la Plaza de Toros. Tal vez es porque eso que te prometes no es algo que realmente quieras o necesites.

Así que si tú como yo ya tiraste a la basura la falsa idea de que todo va a cambiar sólo porque cambió el año, te invito a seguir estos diez consejos, que más que propósitos, pueden ser una dulce manera de no valer verga este 2017.

  1. Rodéate de la gente más chida posible.

Suena fácil y en realidad lo es, pero no siempre hacemos consciente quien está a nuestro alrededor. Dejamos a la gente en nuestra vida sin cuestionarnos si todavía nos aportan lo necesario. Todo bien con la nostalgia de los amigos de la prepa, pero entre más procures estar con  personas que estimulen tu creatividad y te prendan el anafre intelectual, esos seres con los que puedes conversar profundamente y por horas, estarás trayendo aventura, felicidad y cantidades ilimitadas de buen pedo a tu vida.

  1. Haz cosas que no puedes explicar.

¿Por qué te compraste un boleto de avión abierto? ¿Por qué decidiste mudarte a  Tulum y vivir en un tipi autosustentable? ¿Por qué te gastaste lo de una sala comedor en el concierto de Björk? No importa por qué, el averiguarlo es el por qué.

Mete tus pies en el agua fría, sube la montaña, habla con extraños, camina con los ojos vendados, confía en alguien que no conoces, aprende a sentirte y sentir a otros, sonríe como un demente porque estás viviendo a tu ritmo, estás vibrando y fluyes, a huevo que te gusta estar vivo.

  1. Vuelve a empezar todas las veces que sea necesario.

Tu carrera, tu estado civil, tu casa, todo está sujeto a cambios. No nos volvimos adultos y nos condenamos a seguir el mismo camino para siempre, cambia de opinión, cuestiona por qué estás haciendo lo que hoy haces. La vida es de ciclos, entre más rápido nos acostumbremos a que sube y baja, las cosas se acaban, la gente se muere y la vida es muy corta, menos nos aferraremos a querer que todo siempre siga igual. Deja tu trabajo si no lo amas, salte de esa relación si no estás creciendo, brinca al vacío a ver qué pasa.

Ya sé qué estás pensando “Claro Myriam, voy a dejar mi trabajo de actuario para vivir aventándome de paracaídas, coger sin condón  y dejar sin comer a mis hijos.” Mira para empezar, no mames, usa condón. Y no sé si ames tu trabajo de actuario (porque eres un personaje en mi cabeza), pero estoy segura de que si no lo puedes dejar, puedes encontrar la manera de meter un poco de caída libre a tu vida.

De veras, se siente rico.

  1. Aprende a estar solo.

Nomás de escribirlo me dieron escalofríos. El año pasado viví con mi ex novio y fue una experiencia hermosa y súper reveladora: me enseñó que primero necesitaba aprender a estar sola. Tronamos hace cuatro meses y llené mi casa de plantas, incienso, libros y música. Al principio me paraba en la cocina sin saber qué hacer, todos los días comíamos juntos y decidíamos en pareja todas las cuestiones domésticas. Él iba al supermercado porque es un tipazo (y porque sabe que soy insoportable en el súper) y para mí todo eso era muy cómodo.  De pronto quedarme sola se sintió como un hoyo negro que me estaba succionando a otra dimensión. Dejé que me succionara, me puse triste y luego más triste y luego ya no tanto. El volumen de la música empezó a subir, de pronto era domingo y estaba bailando en calzones en mi sala pasándola cabrón.

Sí se puede, cómo de que no.

  1. Escucha tu cuerpo.

Tu cuerpo es sabio, es un templo y todo eso que dicen los entrenadores de gimnasios. Es real, tu cuerpo es el único que sabe cuál es la última cuba. Él sabe cuántos tacos al pastor es capaz de soportar a las tres de la mañana. Él sabe que necesitas flexibilidad, movimiento, agua y verduras. No necesitas inscribirte a todas las clases de spinning mañana, sólo escucha lo que necesita y dáselo. Es más barato que un nutriólogo o un entrenador personal.

  1. Conecta.

¿Cuantas malas citas una es capaz de soportar antes de rendirse? Ninguna. No hay motivo alguno para que soportes una mala cita o una mala relación ni por un minuto. La vida es muy corta para esas mamadas.

Es triste, pero cierto que vivimos en un mundo de gente que conecta cada vez menos, pero la solución está en nosotros. En interesarnos realmente por los demás y no solo lo que podemos obtener de ellos, en salirnos de nuestro mundo un momento y adentrarnos en el de los demás. Practicar la empatía, aprender a querer bonito, habituarnos a no ser el centro de nuestro universo. Háblale a tu abuela, pregúntale cómo estuvo su día, hazla reír, salte de tu cabeza.

Adorable puente, cantaba Cerati.

  1. Duerme, carajo.

Yo no tengo idea por qué la gente dejó de valorar dormir. He tenido conversaciones en donde me informan que “un adulto no debe dormir más de cinco horas.” Yo no puedo ni pronunciar mi apellido cuando duermo cinco horas, tomen por culo. En cuanto puedas, acuéstate en tu deliciosa cama, no pongas la televisión, apaga la alarma y deja que tu cuerpo regrese cuando se sienta listo. Tu cerebro se sentirá limpio, tu cuerpo renovado y si soñaste ¡Mejor! Apunta tu sueño en un cuaderno, los sueños son mensajeros importantísimos para nuestra vida. Es tu inconsciente diciéndote cómo está el pedo. Si escuchas a Martha Debayle ¿Por qué no escuchar tus propios mensajes? Pero para eso querido lector exitoso y trabajador, tienes que ponerte a dormir.

  1. Besa despacito.

Hay mucha prisa en este mundo, a veces estás teniendo sexo en la mañana y como un acuerdo entre adultos que conocen su aliento, no hay besos, o es tarde y tienes mucha prisa, te despides con un beso rápido y te vas. Detente. Voltea. Tómala entre tus brazos, mírala a los ojos y ponle un beso que no se le olvide en todo el día.

En el último beso despacio que di, sentí que daba vueltas todo, entendí cuántas cosas tuvieron que pasar para que yo pudiera sentir en todos los lugares de mi ser ese besote que me estaban plantado. Me tembló todo el cuerpo. He tenido sexo con menos intimidad que ese beso. Es tan importante detenerse, saborear el momento, procesar la emoción. Entregarse, carajo.

Si tenemos tiempo de estar en Facebook, ver Netflix y seguir la liguilla, tomémonos el tiempo para detenerlo besando con lengua, mordida, despacio, sin miedo y con mucho pinche sentimiento.

  1. Perdona (te) todo.

Hay mucha vergüenza y culpa que no sirve para nada; acumulando polvo, estorbando, haciendo basura ¿Por qué la guardamos? Quizás porque sentimos que tenemos que seguir pagando nuestro error o porque creemos que si alguien más nos perdona, podremos soltar. Tal vez es porque nos aferramos al rencor como a la culpa y volvemos nuestro mundo sombrío, pero nos hace sentido.

Sea lo que sea, estás cargando una maleta de hueva que no te sirve y llevas a todos lados. Haz lo que tengas que hacer, vete a la selva a hacer Ayahuasca, tírate en el diván del psicoanálisis, lee libros de Deepak Chopra, pasa un mes en silencio, lo – que – sea necesario para que vivas sin deudas en tu corazón. Que tu consciencia esté limpia, no porque nunca te hayas equivocado, sino porque practicas la compasión contigo y con los demás. Perdónate por todo, desde el principio hasta hoy. Todos merecemos esa libertad.

  1. Respira.

Es lo primero que hacemos cuando llegamos a este mundo y lo último que hacemos cuando lo dejamos. Parece automático, pero respirar es el regulador de nuestra energía y muchas  veces de nuestras emociones. No te estoy diciendo que te vuelvas un monje tibetano, pero en lugar de tocar el claxon en periférico todo el día, intenta un ratito concentrarte en tu respiración y darle el propósito de mejorar tu vida. Ten un espacio en tu casa donde puedas pensar, sentarte y respirar. Un lugar que se sienta tuyo y que te de paz. Ya sé que suena un poco New Age, pero es real que cambia tu vida. Hay gente con estrés post traumático que está reconciliándose con sus recuerdos a través de la meditación, imagínate lo que podrías hacer con el estrés que te causa tu cita del SAT ¡Te la pela! No tienes que tener una silla o una manta con un mandala o incluso estar en algún lugar específico. Sólo concéntrate en tu respiración por un momento, cuenta los segundos de inhalación y exhalación, profundiza y si puedes (no en periférico) cierra los ojos y mira hacia adentro. Verás qué encabronadamente hermosa es la vida.

Espero que el 2017 nos enseñe todas las lecciones que necesitamos aprender. Deseo que veamos muchos cielos bonitos, creemos recuerdos que nos duren toda la vida  y que ninguno de nosotros engorde demasiado. Gracias a Las Mimosas por sentarme a escribir una tarde y por tener mucho que decir y atreverse a decirlo.

Twitter: @Myriboquitas

Instagram: Myriboquitas


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