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EL ARTE DEL CEDER.

La princesa se enamora del príncipe, una bruja trata de separarlos, logran destruirla, los príncipes se casan y viven felices para siempre. Sí, todo eso puede pasarte. Sí, te hablo a ti. Lo que nadie dice es que a los veinte años de casados o al año de novios, ya no se ve tan atractivo el príncipe; eructa, se echa pedos, se va de borracho y la princesa engorda, ya nunca se arregla, ni se pinta ni se peina.

El amor es una merde. Se dice que se debe mantener vivo el amor, pero cuando vives en pareja o cuando llevan tantos años juntos ¿Cómo le haces para ser la persona perfecta de la que se enamoró tu otra mitad?

Mi novio tiene detalles que hacen que me derrita de amor todos los días: me hace el café todas las mañanas y me lo lleva a la cama, pasa diario por mí a mi diplomado de creación literaria a las nueve de la noche para que no me regrese sola, siempre me desea (quiere que le afloje 24/7), quiere saber todo lo que hago (por interés, no por loco), no me cela, en fin, el rey en persona.

Pero últimamente, no sé porque, me irrita. Que no se confundan las cosas, lo amo con locura, el asunto es que yo soy la persona más pasiva y amo leer, ver series y películas y el ama estar despierto a las ocho de la mañana un fin de semana con ganas de correr o conocer la ciudad.

Yo cedo, tú cedes. El secreto del amor que nadie nos informa. También funciona con relaciones familiares y de amistad. Pero, si no sabemos hacerlo con la persona amada, no lo haremos con la gente que debe querernos por default.

Ceder es rendirse ante alguien, dejar de oponerse, cesar, disminuir la resistencia. En pocas palabras, parar de mamarts con el orgullo y dejar que el otro gane. En todo. En peleas, en sexo, en el lugar para cenar. En todo (¿ya lo dije?). Para mí, ceder iba en contra de mi personalidad. ¿Yo? ¿No ganar? No lo creo… pero perdía más de lo que ganaba.

Aunque mi novio cede mucho, yo me resistía a perder poder cuando era mi turno de decir: Esta bien, me equivoque. El “disque amor a uno mismo” es algo muy poderoso. Trato siempre verme bonita, ser atenta, amorosa, pero ceder, ceder, así como se dice, ceder… pus no.

Este fin de semana experimente algo que me abrió los ojos.

Tuve llamado en Televisa el viernes y él pidió permiso de faltar ese día al trabajo por una boda a la que ya ni fuimos. Cuando pasó por mí a las doce del día, me tenía reservado toda una aventura. Ir a Teotihuacán para recibir el equinoccio, el inicio de la primavera para ser exactos. Yo quería irme a escribir, pero me pidió que fuera con él.

Cuando llegamos, llovía, así que mi histeria se complicó. No había manera que me subiera a la pirámide del sol con ese aguacero. El cedió y me dijo: “Comamos y después subimos ¿Va?” Yo más lista que bonita le dije que sí, con la esperanza que lloviera más fuerte.

Comimos y salió el sol. No había escapatoria, yo iba a subir esa pirámide. Según él, el equinoccio era a las 4:10, cuando subimos nos dijeron que era a las 4:45. Treinta y cinco minutos en espera de la primavera en una pirámide llena de gente con los brazos arriba. Le dije que la única manera de quedarnos ahí perdiendo el tiempo era si se volvía mi esclavo ese fin de semana. Aceptó.

Yo un poco más tranquila, me acosté hasta arriba de la pirámide y a los diez minutos comenzó a temblar. Fue una experiencia abrumadora pues no se movía por fuera sino por dentro.

Poca gente se dio cuenta, pero en eso comenzó el equinoccio y todos con las manos arriba comenzaron a pedirle al universo cosas positivas. Un hombre detrás de mi leía una oración. Un grupo de gente a su alrededor lo escuchaba con los ojos cerrados. En un momento lo escuché decir: “Cosmos penétrame.”

Me dieron ganas de levantar mis brazos y gritar: “¡A mí también!

Mi novio y yo reímos como locos. Nos bajamos de la pirámide abrazados.

Ceder, el misterio del amor, lo que te hace respirar profundo y decir; haré tal porque para mi pareja es importante, o te dejo ganar esta pelea, o te aflojo aunque muera de sueño, es lo que hace que los príncipes duren para siempre.

A lo mejor si aprendes a ceder, te ganas un esclavo el fin de semana, experimentas un temblor encima de una pirámide y recibes la penetración del mismo cosmos.

Y después de que te penetra el cosmos, ¿Qué más puedes pedir?

 

@marcelecuona

 

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