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LA FEMINAZI

Bueno mimosas ¿Ya estuvo con los posts de sufrimiento y depresión no?

Esto, en lugar de ser Mimosas para desayunar, parece Mimosas en el funeral.

Después que te rompen el corazón, no queda más que pararte, dejar de compadecerte y hacer lo más sensato: ir a embriagarte con tus amigas.

No sé porque los hombres creen que cuando salimos despechadas es para acostarnos con el primer mortal. No hombres, salimos a hablar mal de ustedes y que nuestras amigas nos digan:

“Es un pendejo, ya verás que vendrá a rogarte cuando se dé cuenta que lo fue.”

Claro está, que meses después, el tipo se casó con otra y es el más feliz después de mandarte a la fregada, pero no importa, en ese momento tú se lo crees a tus amigas, porque ahora resulta que TODAS se volvieron Madame Zazu y saben tu destino a la perfección.

Hice de todo para olvidarme del susodicho:

  1. Trabajar mucho.
  2. Hacer ejercicio.
  3. Ok, el número dos es mentira.
  4. Hablar mal de él en mi blog.
  5. Pintarme exageradamente para verme bonita siempre.
  6. Irme al cine con mi mamá.
  7. Jugar domino con mi papá.
  8. Ir a que me leyeran las cartas.
  9. Llorar como loca degenerada.
  10. Y el más importante, tomarme todo el vodka en el mundo sobrante.

Yo, como sabrán, ando muy feminazi. En este momento odio todo lo que tenga un pedazo de carne colgando. Así que si digo, es noche de chicas, es noche de chicas.

Vamos al antro, pedimos una botella puras ardidas viejas, y empieza la diversión: ¿cómo? hablamos cosas de interés común.

No, no nos juntamos a hablar de Álgebra, ni de que Enrique Peña Nieto ya hizo otra idiotez, ni que si el Papa se llama Panchito, ni hablamos de que Elba Esther Gordillo es una descarada, fea, millonaria que todas quisiéramos su closet aunque sea en la cárcel… ¡No! Hablamos de una sola fucking cosa. Los pinches hombres.

Da lo mismo si eres actriz, empleada del Costco, publicista, ama de casa, prostituta, maestra, jubilada, da igual, solo nos juntamos a hablar de ese animal en particular ( lo siento hombres, les dije que ando de feminazi).

Pero perdón, ¡No somos tan superficiales eh!

Hay diferentes categorías:

  1. Hablamos del novio.
  2. Hablamos del ex novio.
  3. Hablamos del fuck buddie.
  4. Hablamos del ex, ex, ex novio.
  5. Hablamos del amor de nuestra vida.
  6. Hablamos del hombre que quisiéramos tener.
  7. Hablamos del hombre de otra vieja que nos tiró la onda o que quisiéramos tener.

¡Pff! Superficiales mis calzones. Somos profundas y no mamadas.

El caso es que yo estaba lista para salir de antro y hablar de todas las categorías. Conclusión, iba en pronta recuperación.

Llamé a mis amigas y les dije:

–          Hoy salimos de antro cabronas.

Cuidadito la que me dijera que no podía por trabajo, compromisos familiares, enfermedades o cualquier cosa que no tuviera relevancia como las que acabo de mencionar, porque usaba la frase que no quería usar, pero que era mi as bajo la manga:

–          ¿Te tengo que recordar que mi güey me mintió y engaño? Te necesito ojete, sé amiga.

Mujeres: Solo pueden usar esta frase los dos primeros meses, al año les van a colgar sus amigas.

Ya en el antro, sintiéndome más chingona que bonita, pido la botella para toda mi raza, me siento a fumar un cigarro, y solo espero a la primera víctima; a la amiga ingenua que se sienta junto a mí, para hablarle, ¿de qué creen? De hombres obviamente, categoría número dos específicamente.

Y así se van rolando mis pobres amigas, escuchando una y otra vez la historia que se saben de memoria. Solo atinan a decirme:

“Es un pendejo, ya verás que vendrá a rogarte cuando se dé cuenta que lo fue.”

Bien, justo lo que quería escuchar, mis amigas no solo son Madame Zazu, a mis ojos deberían tener maestría en psicología, son unas fregonas ¿Qué les puedo yo decir?

En eso, un garabato con carne colgando (recuerden, feminazi) se me acerca con la peor frase:

–          Oye, hola ¿Cómo estás? Te quería pedir un favor…

No lo dejé terminar. No sabe con quién se metió este pobre infeliz, ¿Qué cree? ¿Qué voy a ponerme a platicar? Pobre diablo.

–          Mira, ahórrate tu choro, no me interesa conocer güeyes, acabo de cortar, estoy en tiempo de luto, todos ustedes son un asco, haz el favor de retirarte.

Me vio un segundo extrañado y me contestó.

–          No. Te quería pedir de favor que si me podías presentar a tu amiga de negro que está sentada ¿Cómo se llama? Me encantó.

Sin comentarios. Los presenté y la maldita me abandonó.

Una menos. Ni quien la necesite, tengo más.

Pero al pasar la noche, una por una se fueron desapareciendo, y acabé sola hablando con el mesero ¿De qué creen? De hombres obviamente, categoría dos específicamente.

Le tuve que dejar buena propina. Se la ganó.

Regresé a mi casa, sola y más deprimida, pero este proceso de recuperación me está gustando. Me reencontré con un amigo muy olvidado, que por andar con el novio lo tenía en un rincón, sin hacerle mucho caso, empolvado…

Ahora se, que aunque mi hombre me falle y mis amigas locas desmadrosas me dejen a mi suerte, él nunca me dejará.

Gracias Vodka, hemos retomado nuestra amistad.

 

@marcelecuona

 

Marcela 2


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